UNA OBRA COMPLETA.

Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo; Filipenses 1:6

Buenos días, la bendición de Dios sobre tu vida siempre.

Pablo, en su primera carta a los de Filipo, les manifestó el deseo más ferviente de su corazón, verlos crecer y abundar en el fruto del conocimiento que es Cristo Jesús, porque todo el que se sostiene de su palabra verá cumplida su obra. Y esta era la esperanza de un mentor que había entregado todo para ver cumplida la obra de aquel que ahora estaba operando en sus vidas. Don Pablo sabía que nada queda igual una vez que el poder de Dios se manifieste.

Muchos de nosotros corremos y tratamos de ayudar a Dios en su obra, pero creo que todo lo honesto y puro se toma su tiempo. El mismo apóstol Pablo lo había experimentado, por más que había corrido en sentido contrario de lo de Dios, ahora era un hombre con un amor y una pasión absoluta por su obra. Mis amados, lo que hoy vemos inconcluso, en su tiempo Dios lo perfeccionará. No corras, el Padre se toma su tiempo en formar y hacer la vasija a su gusto.

Cristo es un Dios de obras completas; esto lo vemos en la creación. Día tras día fue ordenando cada elemento para rodearlo de vida y color. También lo podemos ver en cada propósito que tuvo en el antiguo testamento cuando decidió construir un arca con Noé para volver a empezar su maravilloso plan, luego con la construcción del arca del pacto con Moisés, la cual representaba su presencia. Posteriormente, los templos y luego Jesús, vino a concluir lo que un día el Padre había orquestado. Su obra fue pulida en una cruz y pintada con el sello de su sangre como garantía de que su plan y voluntad operan en nuestras vidas todos los días.

Amigos(a), su obra es perfecta y en ella no hay lugar a retrocesos. La vida de Cristo que ahora portamos no se detiene, ella avanza al fin esperado todos los días, haciéndonos que su imagen se perfeccione en nosotros cada día más. Este era un principio que el Apóstol sabía, porque lo había experimentado. Después de la intervención de Dios en su vida, sus días jamás volvieron a hacer los mismos. Su mirada a partir de ese momento estuvo en vivir para hacer su voluntad.

Solo nos resta aceptar y caminar, y en ese trasegar veremos cómo su obra en nosotros crecer día tras día, manifestando la imagen y la voluntad de aquel que nos llamó a vivir para él. No pongas límites y no detengas su plan en tu vida, es tiempo de crecer y ver lo nuevo de Dios en tu vida. El estancamiento no es de Dios, pero hay lugares en los cuales nos acostumbramos a estar y quizás nos sentimos tan cómodos olvidando que somos y le pertenecemos a Dios.

Naciste para servir, y manifestar su plan en esta tierra, por eso retoma lo que un día dejaste y corre a sus pies, porque su perfecta obra en tu vida, el mismo Dios, la va a terminar.

Bendiciones.