EL VALOR DE LA LEALTAD.
- Jasser Manjarrez
- hace 5 días
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«Y Noemí dijo: He aquí tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y a sus dioses; vuélvete tú tras ella. Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios.» Rut 1:15 -16
Noemí, suegra de Rut y Orfa, quedó viuda junto a sus dos nueras tras la pérdida de sus esposos. Las tres mujeres quedaron desamparadas y sin rumbo. Noemí decide liberar a sus nueras para que rehagan sus vidas; sin embargo, Rut se niega a abandonarla y asume un compromiso de por vida con ella.
Rut no tenía ningún tipo de obligación con Noemí, pero aun así decidió seguir sus pasos, abandonando su tierra, familias y todo lo que en aquella ciudad se encontraba. Sin duda, para ser leales en este tiempo necesitamos convicciones firmes que no lleven a abrazar las causas y propósitos sin importar las condiciones. Noemí no tenía nada en las manos, lo había perdido todo, pero ahora estaba ganando una mujer leal que le iba a servir para siempre.
Creo que la lealtad es como especie de un recubrimiento que debemos portar, porque ser leal es quedarse cuando todos se van, ser leal es dar la mano cuando todos te dejan, ser leal, es decir: te seguiré, aunque no sepa lo que me espera. Por Rut aprendo que la verdadera lealtad no viene por el peso de una condición, sino por una conexión interna.
Entre Rut y Noemí hubo una conexión tan profunda que las llevó tiempo después a disfrutar de grandes bendiciones. Cuando la lealtad rodea una relación, siempre existirá una recompensa. Y no te hablo de lo económico, existen mayores y mejores recompensas que lo financiero. El agradecimiento tiene un peso inconmensurable, por eso sé agradecido con todos aquellos que un día aportaron algo a tu crecimiento o levantamiento.
Estamos en un tiempo donde la lealtad se rompe como hilo de tejer con solo apretar con fuerza, y nada puede quebrantar los principios que le dan valor a nuestro propósito en nuestras vidas. La lealtad no es algo que nace, sino que se construye con el tiempo, y si algo se rompió, es el tiempo de repararlo. No esperes hasta mañana lo que hoy puedes iniciar. Llama, busca y restaura lo que se dañó, porque para Dios las relaciones fuertes y sanas son importantes.
Amigos, la lealtad y la prudencia son ingredientes que nunca pueden faltar en nuestras vidas, por ende, sin importar el qué, ni el porqué, ni el para que, seamos leales y agradecidos con todo lo que Dios nos da y pone a nuestro alrededor. La honra que no se expresa en lealtad y fidelidad siempre será una fachada de arrogancia y vanidad. Es más fácil amar y honrar a la persona que Dios puso a tu lado, que vivir sembrando mentiras y falsedad producto de cosas ocultas.
Bendiciones.
Desde la fe cristiana, la lealtad y el agradecimiento son virtudes que caminan juntas y fortalecen nuestra relación con Dios y con los demás. La lealtad nos llama a ser firmes en nuestro compromiso con el Señor, permaneciendo fieles incluso en las dificultades, tal como Él ha sido siempre fiel con nosotros. El agradecimiento, por su parte, nos abre los ojos para reconocer que cada día, cada persona y cada oportunidad son regalos de Dios.
Un corazón leal y agradecido no se deja llevar por el orgullo ni por la ingratitud, sino que vive con humildad, confianza y alegría. Así, damos testimonio del amor de Cristo y construimos relaciones más profundas, basadas en la verdad, el amor y la fidelidad.
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