UN ENEMIGO SILENCIOSO.
- Jasser Manjarrez
- 10 mar
- 2 Min. de lectura
El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos. Santiago 1:8
El desánimo es algo que todos enfrentamos en nuestra vida cristiana. Es un “enemigo” que puede dificultar nuestro progreso y robar nuestra paz, esperanza y alegría. Pero también es un enemigo que podemos vencer si entendemos y practicamos las verdades de la Palabra de Dios. Nadie está exento de caer en sus garras, pero se necesita de mucho esfuerzo y disciplina para salir bien librados.
Hoy en día este enemigo abraza a muchos jóvenes, líderes e incluso a pastores, impidiendo que puedan avanzar con rapidez a la meta de sus proyectos y planes. Este enemigo silencio es como una sanguijuela que nos va drenando las fuerzas, la pasión y la motivación, impidiendo que nuestro servicio a Dios tenga una convicción verdadera. Yo creo que muchas personas sirven con un desánimo absoluto, pues el gozo y la felicidad por la obra realizada para Dios no se ven en sus rostros.
El desánimo o la inconstancia nos roba el brillo de la luz de Dios, nos apaga la creatividad y esa intención de comunión con nuestro creador llevándonos a la zona de la soledad e incredulidad. El apóstol Santiago habla a sus hermanos de una forma directa, porque era algo que estaban experimentando, anulando las buenas obras que nacen por la fe. Si eres inconstante en lo Dios, de seguro el desánimo vive contigo.
Nos debe quedar claro, que el desánimo es un sentimiento, que es producto del gobierno del alma sobre el espíritu. En otras palabras, es un sentimiento que toma control sobre tus actos, sobre tu vida, sobre tus decisiones, sobre lo que va a ser tu futuro. Ese sentimiento te dice: ¡no puedes! Te hace sentir que ya no puedes continuar, que nada tiene sentido. Por eso, el desánimo es pecado. Es una acción, fruto de la naturaleza de pecado; por lo tanto, no tiene parte en la vida del hijo de Dios.
Ahora, miremos unos peligros que nos llevan al desánimo🤔
1. Una influencia negativa.
Muchas veces somos como imanes que atraen lo incorrecto ocasionando que nuestras fuerzas y fe se debiliten.
2. Hábitos incorrectos.
Muchas veces perdemos lo que Dios pone en nuestras manos, porque no tenemos las herramientas por sostenerlo. El desánimo es como agua que se lleva todo de nuestras manos.
3. Escuchar gente incorrecta.
No todos están habilitados para darte un consejo que te sume. Nuestros oídos son parte fundamental para que el desánimo crezca o desaparezca.
4. El conformismo
El aferrarnos a situaciones pasajeras pueden causar un desaliento profundo. Fue lo que vimos en Gedeón hasta que llega el ángel y le revela su identidad. Tu realidad sea buena o mala, tienes que saber que tu propósito está por encima de ella.
Continuará.
Una persona de "doble ánimo" duda entre confiar en Dios y depender de sí misma o del mundo, lo que la lleva a la inestabilidad en todas las áreas de su vida. El llamado es a tener una fe firme y sin vacilaciones.