UN CORAZÓN QUE VE A DIOS.

Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. Mateo 5:8

Quizás hemos malinterpretado las escrituras, o quizás nos hemos llenado de tantos argumentos y filosofías que nos llevan a vivir de apariencias, y no en esencia. Señores, es la esencia que brota del corazón, es lo que nos hace encontrarnos todos los días con el creador.

Dios ama más la simpleza y pureza de un corazón limpio y sano, que a un cúmulo de esfuerzos y apariencias que vislumbran actos, pero jamás hechos concretos que nacen de la esencia de un corazón transformado por Dios. Mis amados, muchas veces somos expertos en proteger estilos de vidas y pensamientos que en nada nos suman, pero se nos ha olvidado que para vivir y ver a Dios también se nos pide guardar el corazón.

Seamos como niños, seamos sensibles a la necesidad del otro, seamos compasivos con nuestros hermanos, seamos leales y fieles. Esa fidelidad que solo los niños saben expresar. Hoy se necesita más del perdón, del amor y de abrazos que saben proteger, hoy este mundo necesita ver a Dios desde actos simples, pero que demuestran la vida que llevamos por dentro. Lo pequeño para Dios vale mucho, por eso empieza por ti, porque jamás podremos lograr nada en el otro cuando en nosotros mismos no existen las bases para lograrlo.

Los milagros no pesan más que un corazón sano, los milagros de ver a Dios nacen cuando nuestro corazón es una casa donde el amor y la pureza habitan en sus habitaciones. Por eso, saca de ti el resentimiento y el dolor que han hecho nidos en tu corazón, provocando cuevas de rabia y amargura. Es momento de sanar, pídele a Dios que te ayude, y sin duda su socorro vendrá a tu encuentro.

Hoy podemos ver a Dios, en tus Padres, amigos y hermanos. En sus misericordias, y con el simple hecho de levantarnos con vida, podemos ver a Dios obrar de una forma especial. Ver a nuestros hijos, volver al trabajo, caminar las calles de tu ciudad y ver que estás sano, próspero y que tienes una casa donde descansar es de mucha bendición. Yo soy de los que pienso que tenemos más por agradecer que por pedir, pues muchos de nosotros somos tan prósperos que aún no los hemos visto así.

Solo un corazón limpio puede ver aguas nuevas cuando en medio del desierto solo existe arena y sequedad. No permitas que nada dañe tu corazón, y eso empañe tu visión para que puedas ver a Dios. Muchas veces los ángeles de Dios tocan nuestras puertas, pero no lo podemos ver, por la dureza y enfermedad que llevamos clavada por dentro. Deja que Dios limpie y cambie tu corazón por completo.

Bendiciones..