TRANSPARENTES.

Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. MATEO 5:8

Buenos días, que la bendición y el amor del padre sea con todos nosotros en esta mañana.

Hemos sido llamados a ser portadores de bendición en esta tierra, y sin duda alguna, somos una bendición cuando caminamos tomados de la mano de Cristo. Es por esto, que al hacer algo por nuestros amigos, familiares, e incluso cuando bendecimos a quienes nos maldicen, inmediatamente estamos agradando al cielo, porque damos cumplimiento a aquel mandamiento que dice “Ama a tu prójimo como a ti mismo” recordemos que Jesús se dio en sacrificio por todos nosotros y por lo tanto, hemos recibido la posibilidad de ser semejantes a Él, por ende, vivamos cada día agradando a Dios, mostrando su inmenso amor a través de nuestras acciones y mostrémosle al mundo que el cielo siempre está al cuidado de nosotros.

Mis amados, cuando le permitimos al cielo que nos direccione, viviremos para transformar ambientes y producir sentimientos de amor en todos aquellos que nos rodean, de modo que, SIEMPRE será necesario vivir cada día, logrando que la luz de Cristo resplandezca en nosotros recibiendo de su gracia para poder bendecir.

Sin embargo, aunque muchas veces seamos conscientes de que hemos sido llamados a hacer todo de corazón para agradar al señor, es realmente lamentable saber que existen ocasiones donde queremos vivir bajo una careta de falsedad mostrando al mundo una apariencia totalmente distinta a la que Dios conoce de nosotros, y hemos olvidado que más que trabajar para ser reconocidos por los hombres, debemos ser transparentes ante el cielo, porque allá es donde debemos rendir cuentas. Mis amados, el señor quiere enseñarnos a llevar una vida lejos de la hipocresía, es necesario dejar atrás esos vicios que por años han estado sobre nuestros hombros, e ignorar las voces de nuestra alma cuando nos piden ser una persona totalmente distinta a la que Dios quiere hacer de nosotros.

Amados no podemos vivir engañados, es necesario sacar de nosotros todo aquello que nos separa de la verdad. La biblia me enseña que Giezi el siervo del profeta Eliseo, por un pensamiento equivocado generó una codicia y esto le produjo la lepra, tuvo la oportunidad de estar cerca del siervo de Dios y aprovechar de sus bendiciones, pero se dejó llevar por las emociones de su alma y terminó enfermo y lejos de la voluntad de Dios. Mis amados, no ocultemos nuestro pecado y seamos transparentes ante Dios, porque de nada servirá disfrutar de un placer efímero, cuando lo que realmente pesa es guardar nuestra santidad y ser íntegros ante los ojos de Dios.

BENDICIONES.