PRINCIPIOS INNEGOCIABLES
- Jasser Manjarrez
- 27 sept 2022
- 2 Min. de lectura
Dijo a Jacob: Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo, pues estoy muy cansado. Por tanto, fue llamado su nombre Edom. Y Jacob respondió: Véndeme en este día tu primogenitura. Entonces dijo Esaú: He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura? Y dijo Jacob: Júramelo en este día. Y él le juró, y vendió a Jacob su primogenitura. GENESIS 25-30-33.
Buenos días, que la bendición y el amor de Dios sea con todos nosotros.
Al escudriñar las escrituras, se evidencia la vida de dos personajes llamados Esaú y Jacob. Estos crecieron en un mismo hogar, pero desarrollaron perspectivas o caracteres diferentes aun cuando en realidad eran hermanos gemelos, por consiguiente, en el contexto hallado del capítulo 25 en el libro de Génesis, nos encontramos con una peripecia que deja en evidencia el verdadero carácter de ambos hermanos. Pues, está relata que cuando Esaú regresa del campo traía consigo mucha hambre, y de inmediato pide a su hermano que le dé, de comer.
No obstante, Jacob le plantea a su hermano que le otorgue el derecho de su progenitora y a cambio de esto, él le daría un plato de lentejas. Lo increíble de esta historia, es que en aquel tiempo ser el primer hijo de la familia representaba poseer el gobierno, y la autoridad de su casa, además de que se le otorgaría la promesa de bendición que le fue concedida a Abraham (génesis 28-4) sin embargo, ¿talvez Esaú tuvo en poco los derechos que tenía, por eso llegó a refutar que moriría y de qué le serviría ser primogénito?
Amados, Esaú decidió renunciar a todos sus valores espirituales y a los derechos que ser primogénito le otorgaba, para simplemente rendirse a los antojos de su hambre. Señores, los placeres físicos temporales no le devolvieron a Esaú la posición que tenía mucho antes de entregar lo que portaba, por esto, cuando él lo entrega todo a manos de su hermano, fue incluso tildado como profano (He 12:16)
No despreciamos el valor de nuestra herencia, por esto, tengamos cuidado de las ofertas que puedan llegar a nuestras vidas, porque ni los millones, ni los tesoros más grandes podrán comprar la esencia de lo que portamos en Cristo, pues su gracia siempre será mayor a cualquier cosa.
Bendiciones y comparte con alguien más.







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