NACI PARA PERDER.

Y vino Mefi-boset, hijo de Jonatán hijo de Saúl, a David, y se postró sobre su rostro, e hizo reverencia. Y dijo David: Mefi-boset. Y él respondió: He aquí tu siervo 2 Samuel 9:6

No quiero que pienses que la mala racha de la selección Colombia puede causar la inspiración de este devocional. La selección solo pierde, pero todo el que tiene una promesa de parte de Dios puede pensar que nació para perder, pero en su tiempo la mesa del rey será su lugar de privilegio.

Todo el que tiene una promesa, por muy difícil que sean sus días, encontrará refrigerio y descanso a su alma. La biblia está llena de gente que tuvo padecimientos, pero también el tiempo de su galardón. Tuvieron el tiempo de luto, pero también tiempo de celebración y victoria. Mis amados, no hemos nacido para perder ni para buscar formas de victorias; la victoria nos fue dada desde antes la creación del mundo.

Muchos de nosotros tenemos conciencia de que algo mayor no espera cuando vivimos para Dios y buscamos de su reino, pero me asombra que de este joven nunca más se menciona en la biblia hasta que David decide hacer memoria y misericordia a la casa de Saúl. Y esto no me parece casual, porque muchas veces para la gente no somos invitados o tenidos en cuenta, pero para Dios somos los primeros que debemos estar. Aunque no te inviten, eres el que hace falta para darle color a la vida de los que te rodean; aunque no te esperen, eres el que acelera el tiempo de gracia en los demás. Aunque no eres bien recibido, sin ti la mesa no se sirve.

Mefi-boset no tenía esperanza de nada, él pensaba que había nacido para perder. Desde niño le tocó padecer y ver la destrucción del reino de su abuelo Saúl, desde niño vio caer la fuerza de un imperio que parecía indestructible, vio morir a sus seres más amados, y como si fuera poco un accidente, lo dejaría lisiado para toda la vida. Y esto no lo es todo, lejos de los cuidados de sus siervos y padres, ahora este joven se encuentra lejos de la realeza, lisiado y en una tierra sin palabra. Lodebar significa: “sin palabra”. La condición de Mefi-boset era compleja, pero lo que más me impresiona es que ahora también estaba sin palabra.

Cuando perdemos la palabra se apaga la luz, cuando perdemos la palabra las esperanzas se esfuman, cuando no hay palabra no existen cimientos que nos puedan sostener, peor eso creo que este es el plan del enemigo, enviarnos a lugares donde no hay palabra, porque cuando nos quita la palabra de Dios, nos roba la vida. Cuando la palabra es escasa en nuestras vidas, creemos que nacimos para perder, pensamos que estamos destinados a la tierra del olvido, pero Dios siempre hace memoria de sus hijos y, sin importar nuestra condición, nos manda a llamar.

No importa la condición en la que te encuentres hoy; mientras la palabra de Dios se mantenga intacta en tu vida, las promesas de Dios se manifestarán.

Bendiciones.