HERIDAS TAPADAS.

Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado. Salmos 32:5

Buenos días, que la bendición de Dios este sobre sus vidas.

Las recetas de las abuelas tiempo atrás eran muy efectivas, porque siempre tenían la fórmula secreta para curar todo. Recuerdo que de niño y joven llegue a caerme muchas veces, pero el secreto para que esa herida sanara rápido era que estuviera descubierta. Si, tapar una herida podía traer consigo otro tipo de malestar, por eso el consejo más acertado era que esa herida no podíamos tapar.

Esto, en otras palabras, era darle tiempo al cuerpo que se encargara de hacer las regulaciones necesarias para que esa herida pronto fuera desapareciendo. Hasta en esto nuestra misma esencia nos enseña que para lo nuevo y restaurado tenemos que ser pacientes. Mis amados, las heridas externas puedan sanar rápido, pero las heridas internas, esas que llevamos por dentro, esas que llevamos clavadas en el corazón, esas que están tapadas y llevan mucho tiempo guardadas, si no le damos el cuidado correcto, nos pueden afectar de manera exponencial.

Descuidar nuestra parte interior puede ser delicado, por eso, Dios de manera explícita nos manda a guardar nuestro corazón. Muchas veces no son las heridas externas las que nos lastiman, sino esas que hacen nidos profundos en nuestros sentimientos y corazón logrado crear cuevas de dolor y resentimientos. Por eso, no podemos seguir barriendo la casa, pero tapando la basura debajo de la alfombra, no podemos seguir mintiendo tratando de ocultar la cima del iceberg que llevamos por dentro, porque tarde que temprano todo lo que hemos construido en un abrir y cerrar de ojos se perderá.

Hoy tiene que saber que tu equilibrio emocional es importante, pero mientras vivas cargando con esas heridas que no has querido exponer para que puedan sanar nunca encontraras una estabilidad. Esto quiere decir, que hemos valorado más lo superficial, olvidado que lo verdadero y puro proviene de adentro. Hoy existe una generación que se muere por dentro, porque lleva en sus recuerdos y corazones acompañantes silenciosos que no han querido desalojar.

Mi querido(a), abre la puerta de tu corazón y date cuenta de que sangra y que tus ojos anuncian que esa herida en tu interior partió tu vida en dos, y quizás hoy no tengas a tu abuela que te ayude a curar esa herida, pero tienes un padre celestial que es experto en sanar, curar y borrar de nuestras mentes y corazones toda herida que nos lastima. Para lo natural el tiempo, pero para lo espiritual el sonido de las palabras pueden ser el mejor antídoto para empezar a sanar.

David descubrió la puerta de la liberación, la cual a mucho nos cuesta abrir: David entendió que mientras su falta fuera encubierta, su vida se consumiría; por ende, el poder hablar y confesar lo que nos aqueja nos acerca a grandes pasos que nos llevan a una sanidad verdadera.

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