HE PERDIDO ALGO.

Así que Eliseo los acompañó, y cuando llegaron al río Jordán cortaron algunos árboles. Mientras uno de los profetas estaba cortando un tronco, se le cayó el hacha al río. Entonces le gritó a Eliseo: ¡Maestro! ¡Esa hacha no es mía, me la prestaron! Eliseo preguntó:—¿Dónde cayó? Cuando le mostró el lugar donde había caído el hacha, Eliseo cortó un palo y lo arrojó allí, haciendo que el hacha flotara,  y dijo: ¡Sácala! El profeta extendió la mano y tomó el hacha. 2 Reyes 6:4-6

La vida es una estación que a veces no solemos comprender. Esto es como una montaña rusa que en ocasiones nos sube despacio, pero nos baja con violencia. Es difícil no pasar por circunstancias que nos golpeen y nos estremezcan, dejándonos desconcertados y sin fuerza alguna. Bueno, lo hablo por mí, quizás sea el único mortal en tierra de ángeles.

El hecho de todo esto es poder comprender que todos en la vida pasamos por estados de perdida, pero también por momentos de grandes victorias. Pero, como hombres, damos más atención a los momentos que nos alzan, olvidando aquellos que nos bajan. Entiéndeme esto: si no cuentas con momentos abajo, difícilmente podrás llegar más alto. Sí, son los mementos abajo que actúan como resorte para llevarte a la cúspide de tu llamado. Por ende, mi querido valora lo bueno y lo malo, porque la sabiduría a veces se envuelve en medio de circunstancias adversas para enseñarnos las llevas que abren las puertas de las nuevas temporadas.

Ahora bien, muchos de nosotros hemos pasado por momentos placenteros donde disfrutamos de los dones y potencial que Dios dispuso para nuestra misión. Se nos hincha el corazón de alegría cuando vemos a Dios moverse por medio de lo que nos ha regalado. Por eso cuidar con celo lo de Dios es sumamente importante, pues mientras eso se mantenga con vida, sus virtudes siempre serán visibles en la tierra. Necesitamos revisarnos y quizás notarás que algo has perdido.

Muchos solemos decir: antes yo hacía esto en Dios, antes Dios tal cosa, y la pregunta sería: ¿qué pasó que hoy no lo haces? De seguro, algo se perdió y para recuperarlo de pronto no será tan fácil como hacer flotar el hacha, pero si Dios está presente en tu búsqueda, de seguro lo que se perdió volverá a florecer. Mis amados, es tiempo de buscar lo que se perdió. Así como el señor busca la oveja perdida hasta encontrarla y traerla a casa, necesitamos hacer nosotros; buscar hasta recuperar lo que un día se perdió.

No sé qué has perdido tú, no sé si fue tu comunión con Dios, tal vez es tu pasión o quizás los principios que te mantenían en pie. De pronto fue ese anhelo de predicar, danzar o de servir a los demás. Quizá no veías eso como importante, pero lo más insignificante que hacemos para Dios cuenta. Todo el que quiere recuperar algo lo debe buscar; sentados y en la misma condición, jamás lo podrás recuperar. Date prisa y corre por lo que es tuyo.

Así como corres detrás de tus sueños, pues corre también por lo que es de Dios, porque cuando encuentres el hacha, ese día tus sueños flotarán. Hoy en tu vida muchas cosas dejaron de fluir, porque el hacha se perdió, y mientras se mantenga abajo, quizás nunca verás la plataforma que te conecte con las cosas de arriba. Querido, date prisa, porque el tiempo suele ser un enemigo inclemente. Es tiempo de recuperar lo perdido.

Bendiciones.