EN CASA DE PAPÁ.

Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. 21 Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. 22 Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Lucas15-20-22

Buenos días, que la bendición del padre este sobre sus vidas.

Para asombro del hijo pródigo, su padre no lo recibió a regañadientes, sino que lo abrazó y lo besó, inundándole de regalos, e incluso le organizó una fiesta. Tradicionalmente, consideramos al hijo como el sujeto de esta historia porque la historia gira en torno a su clamoroso traspié. Sin embargo, creo que Jesús quiso dirigir nuestra atención al padre y su respuesta de amor incondicional hacia su obstinado hijo. Él vertió su amor de forma libre, extravagante e incluso temeraria sobre su hijo, aún sin merecerlo.

¿Quizá tú te sientes abrumado por todas las faltas y errores como el hijo pródigo? Aunque sería entendible, esta historia no se trata de ti por muchos errores que tengas. Se trata de un Padre extravagantemente amoroso para quien tú eres un tesoro tan grande que decidió darlo todo por ti.

Romanos 8:32 dice: “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿Cómo no nos dará también con él todas las cosas?”. Este versículo muestra que la cruz es la expresión sublime del amor extravagante del Padre. En la cruz, Jesús aceptó lo peor que la humanidad tenía que ofrecer, cada pensamiento vil, actitud y obra que se podría encontrar si tú escarbases en el fondo de la cloaca de la humanidad. Y al hacerlo, como el padre pródigo, nuestro Padre Celestial pagó un alto precio para que Jesús tomara sobre Él nuestro castigo (justicia), y en su lugar nos diera gratuitamente todas las cosas que Él tiene (misericordia), para que pudiéramos ser Sus hijos.

Por ende; a veces, como a personas nos cuesta poder entender el amor de Dios, pues este no puede ser medido ni encapsulado, porque es la misma expresión de su esencia, dándonos entender que no importa el pico de nuestras faltas, porque su amor cobre multitud de pecados. Mis amados, fue su amor el que nos salvó y nos cambió de mendigos a hijos, por eso; por más cargas que lleves encima debes de saber que en casa siempre hay un padre que te espera.

Hoy corre a sus brazos, y sin importar el tamaño de tus errores delante de su amor se pulverizan, tu padre no te juzga, y mucho menos te señala, porque por encima de todo él conoce lo que existe en tu corazón. Hoy suelta las migajas y corre a la casa del padre, donde la fuente de su amor es inagotable. Permite que tus vestidos, vida y corazón sean cambiados en los brazos del único que tiene la capacidad de hacerlo. En los brazos del Padre estarás seguro.

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